Desde el inicio de mi carrera, me he topado con el dichoso síndrome de desaprobación parental. Te preguntarás por qué me refiero a él de esta forma tan peculiar y cansina. Si consigo explicarme bien, lo vas a entender enseguida.
Los padres, casi de forma automática y con la intención de proteger a nuestros hijos, comenzamos a bloquear de forma constante las iniciativas de los niños. «No te subas ahí», «no corras», «qué mal te queda esa ropa», «eso es mala idea», etc. Este comportamiento es un tipo de maltrato porque no permite el desarrollo natural del niño, no respeta sus límites y está poco a poco quebrantando su autoestima. , convirtiéndolo en un adulto miedoso e inseguro.
Nuestra intención es absolutamente amorosa, eso es evidente, pero irrespetuosa y el efecto que produce es el opuesto al que deseamos obtener. Bien, el tema se complica… no os creáis que se queda así. Puede generar en el adulto dos comportamientos opuestos. Uno inconsciente que copia el comportamiento de sus padres y hace lo mismo con su entorno más cercano, no solo con los hijos, sino también con su pareja y amigos más cercanos, criticando todo lo que hace el de al lado y poniéndolo en duda, incluyéndose a él mismo, por supuesto. O la rebeldía.
Te has dado cuenta de que te desaprueban, de que hay algo que no está bien en tu educación y en ese constante no, no, no. Entonces, desapruebas a tus padres y haces todo lo contrario que ellos han hecho contigo, volviéndote permisivo con tus hijos y llevando la contraria a tus padres y a la sociedad que te desaprueba, sin ser consciente de que tu comportamiento sigue siendo el mismo disfrazado de otra cosa.
¡Es un lobo con piel de cordero! ¿Entiendes ahora por qué me refería a él como el dichoso síndrome de desaprobación parental? Porque está detrás de cantidad de problemas de autoestima, síndromes de ansiedad, personas adultas que no saben qué hacer con su vida, relaciones tóxicas de todo tipo, etc.
Detectar y trabajar con un desaprobado es muy sencillo. Es una persona herida y maltratada, está en la posición de víctima. Cuando llegan a consulta, no hay problema. Hay mil herramientas, se sienten maltratados y es fácil trabajar desde ese lugar. Llega un momento que pueden verse como personas que desaprueban. ¡Ah, el problema o la dificultad reside en trabajar con el desaprobador! Llegan a consulta porque tienen en casa a alguien con un trastorno muy complicado, causado por una educación con mucha desaprobación parental, y sienten estrés, están preocupados, quieren ayudar, relajarse, aprender a meditar.
Quizás os podéis imaginar cómo sigue. El mes que viene sigo con esta parte, que es, sin duda, muy interesante también, porque en realidad no hay víctimas y verdugos, son roles y hay que equilibrarlos. Así que os contaré un poquito más sobre el rol del padre desaprobador que para nada es consciente de ese comportamiento y de las consecuencias.